El mundo está lleno de experiencias que quedan a criterio de cada quién si desea vivirlas o no. Tomando en cuenta que habitamos millones de personas en este mundo, existen cientos de actividades que logran llamar nuestra atención desde muy chicos, desde jugar futbol, bailar, cantar, entre otras, y a pesar de que se necesiten años para adquirir experiencia y sentir seguridad para realizar algo, nada garantiza un éxito al cien por ciento.
El buceo es una de las actividades más emocionantes que un ser humano pueda experimentar, pues a través de esta actividad no solo se te permite escapar de la rutina diaria, sino que también te sumerge en un universo vibrante y lleno de vida bajo la superficie del agua.
Esta práctica requiere que mucho esfuerzo y dedicación, pues aunque parezca fácil ponerte un traje de buceo para encaminar una aventura en las profundidades del océano, realmente no lo es. El testimonio de una mujer que puede corroborar esto forma parte del ejemplo de la importancia de saber bucear; pero, ¿se puede evitar un accidente por un fantasma?
Fue en el año 2003 cuando Stephanie Schwabe se dispuso a realizar una aventura más en su vida. Con 23 años de experiencia entre las aguas, fue merecedora de obtener un lugar dentro de los 40 mejores buzos en el mundo.
Parte de su amor por esta práctica la llevó a conocer a Rob Palmer, un buzo con quien contrajo matrimonio a inicio de la década de los 90’s, y a quien también acompañó en varios de sus viajes acuáticos. Sin embargo, aquella historia terminó cuando Rob había fallecido en 1997 en una de sus exploraciones bajo el agua.
Esto no fue impedimento para que Stephanie creara la Fundación Rob Palmer Blue Holes, una organización sin fines de lucro que promueve la exploración científica de los agujeros azules, en la que gracias a ella pudo adentrarse en esta nueva aventura en el Agujero Negro en la Isla Surde Andros, Bahamas.
Su objetivo era conocer alguna especie de pez que pudiera encontrarse en el fondo del océano, y para ello, como parte de su equipo de seguridad, Stephanie dependía de una cuerda que la conducía a lo largo de su camino pero también en su regreso a la superficie.
Inesperadamente, esta cuerda se perdió de su rumbo provocando que la buceadora estuviera en problemas. En su momento, si no tomaba una decisión para regresar con bien, sus minutos de vida estaban contados. Según ella, algo ocurrió que hasta la fecha recuerda con mucha emoción, pues sintió la presencia de su esposo que le decía qué rumbo tomar para encontrar la cuerda.
Ante las palabras del fantasma de su esposo, Stephanie se movió entre las aguas, esquivando rocas y peces en medio de un ambiente semi oscuro, hasta que finalmente encontró aquella cuerda. Cuando la buceadora llegó a la superficie, no dudó en expresar a sus compañeros lo que había experimentado, y si bien no pudieron creerlo Stephanie sigue afirmando que la presencia de su esposo bajo el mar le salvó la vida en medio de una crisis.
A pesar de que han pasado los años y la mujer aún sigue disfrutando lo que más ama hacer, el amor que aún le tiene a su esposo le sigue recordando que esa pasión que ambos tuvieron por el buceo, algo que los llevó a encontrarse entre las aguas en medio de una situación crítica y una presencia espiritual que evitó un destino fatal.
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