No sólo los cementerios o las casas abandonadas, son escenarios de experiencias para las cuales, en ocasiones, la razón no encuentra explicación; pues esto puede suceder en lugares que pocas veces imaginamos.
Tal es el caso de las instalaciones de este periódico, El Sol del Centro, cuya sede se ubica en la avenida Francisco I. Madero, en la zona centro de la ciudad.
Y es que, a lo largo de casi ocho décadas de existencia, muchas historias se han contado a través de sus páginas; pero hay otras que sólo se contaban entre sus colaboradores.
¿Quieres conocerlas?
Una de ellas es Georgina, que ha trabajado aquí desde hace más de 15 años. Por sus actividades, ella debe recorrer, prácticamente, todo el edificio. Relata que, especialmente en el área donde anteriormente se encontraban las rotativas, que es un lugar muy solitario, en repetidas ocasiones ha escuchado que alguien le llama. Queriendo llamar su atención, hacen ruidos o chistan, lo que ha sido suficiente para que le erice la piel. Sin embargo, una de las ocasiones en que realmente experimentó temor, fue cuando a través de la ventana de una oficina que ha estado en desuso desde hace muchos años, pudo observar la silueta de una persona que la miraba fijamente. Su primera reacción fue encerrarse en el baño, y desde adentro, llamar a uno de sus compañeros para que fuera por ella.
Entre las más jóvenes de las colaboradoras, se encuentran Fabiola y Susana, que coinciden en espacio y horario laboral. En una ocasión, no hace muchas semanas, se encontraban en su labor cuando Fabiola observó un resplandor, supuso que se trataba de un reflejo en sus anteojos, por lo que no le dio mucha importancia. Sin embargo, el destello se hizo presente una vez más, pero más cerca de la entrada de su oficina; y así, se repitió dos ocasiones más, hasta que lo tuvo junto a ella. Al reaccionar para intentar saber de qué se trataba, observó a su compañera Susana con una expresión de asombro. ¿Tú también lo viste?, preguntó Fabiola. Susana sólo pudo afirmar con la cabeza. Un escalofrío recorrió a Fabiola, pues inmediatamente después, sintió que algo (o alguien) jaló de la manga de su blusa.
Por otro lado, Rubén, uno de los madrugadores de esta familia solera, también compartió su experiencia. Por su trabajo, él debe llegar poco antes de las 5:00 de la mañana, cuando aún hay oscuridad, tanto al exterior, como al interior del edificio. En una ocasión, cuando quiso estacionar su motocicleta dentro de la cochera de El Sol del Centro, pudo ver a alguien que corrió de un lado a otro, como si quisiera esconderse al ser sorprendido. Rubén creyó que alguien se había metido al edificio para intentar robar, por lo que, inmediatamente, fue tras él, pero no pudo encontrar a nadie.
Otro joven colaborador es Adrián Carmona, quien tiene poco tiempo en la Editora, pero ha sido suficiente para que se cuestione si está realmente solo, cuando se queda solo… Hace algunas semanas, luego de cubrir una presentación, regresó a la Redacción para descargar sus fotos. Ya era tarde, mientras realizaba su trabajo, escuchó cómo la puerta del baño se abría y cerraba, pero de manera tranquila, sin azotarse. Lo extraño del asunto es que nadie había entrado al baño. Minutos después, el suceso se repitió. Otra noche, mientras conversaba con Víctor, un compañero de Página Web, percibió a alguien que subía al área de Redacción y se introducía en el Archivo; hecho que atestiguó el mismo Víctor, sin embargo, el Archivo se encontraba cerrado, incluso con llave.
Uno de los que conoce mejor la historia de este periódico, es Fernando, que tiene cerca de 20 años colaborando; y desde sus primeros años, se enfrentó a sucesos para los cuales, no había explicación lógica. Señala que, en el antiguo edificio, el área de Redacción se encontraba cerca de un pasillo muy largo, por el que debía pasar para ir al sanitario. Cuando tuvo que ir, observó a una figura humana; pudo reconocer que se trataba de una mujer, pero su apariencia era traslúcida. Lo curioso, es que lo llamaba por su nombre. Cuando esto ocurrió por segunda vez, Fernando decidió preguntar ¿necesitas algo?, y en ese momento, la mujer desapareció.
Desafortunadamente, con el paso de los años, estas experiencias no cesaron para Fernando, pues hace apenas dos meses, cuando se encontraba totalmente solo en la oficina de Página Web, escuchó sonidos similares a los que se producen cuando mueven muebles, que provenían del tercer piso; y éste, desde hace más de un año, se encuentra solo. Decidió no darle importancia al asunto.
Minutos después, se dirigió al sanitario y al regresar a su oficina, escuchó que la puerta del baño se abría y después se cerraba nuevamente, como si alguien hubiese entrado. Quiso ignorar el hecho, y continuó con sus actividades, y para evitar esta zona, al tener que revisar un documento, pasó junto a la Hemeroteca, y escuchó cómo la puerta de la misma se cerraba y como si una piedra la hubiese golpeado.
Sus esfuerzos por mantener la calma seguían en pie, pues su horario de salida ya estaba muy cerca. Sin embargo, al prepararse una taza de café, la puerta del baño se azotó; fue entonces que Fernando decidió que era momento de concluir su jornada laboral.
Estas son algunas de las historias de El Sol del Centro, que no habían sido contadas, hasta este día.
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