La etapa de la primaria es una experiencia que nos marca de por vida, ya que es el momento en el que empezamos a descubrir todo lo que nos rodea. Al ser solo unos pequeñines, muchas cosas de la vida aún están fuera de nuestro alcance, y es gracias a nuestros padres y maestros que nos adentramos en este mundo lleno de experiencias buenas y malas.
Nuestra infancia no solo está acompañada de esos amigos con los que llegábamos a jugar en el patio de la institución durante el recreo, o también juegos que nosotros mismos creábamos en casa para matar el aburrimiento; sino que la educación fue una parte fundamental para situarnos en ese futuro que ahora es nuestro presente.
La materia de español es de suma importancia, ya que gracias a ella aprendernos a construir oraciones y textos, pero sobre todo cultivarnos a través de la lectura. En la década de los 2000, muchos alumnos de primaria recibieron un libro de texto repleto de cuentos infantiles que los ayudarían a fortalecer su ámbito de la lectura, pero una de esas historias, la número 32, al parecer no tenía nada que incentivarnos a leer.
¿Te acuerdas del famoso cuento que aterrorizó a millones de estudiantes? Tanto que hasta los frijoles llegaron a dar miedo.
El famoso cuento “Una Planta en el Estómago” formaba parte del libro de texto gratuito de primer año de primaria, en el que nos contaba la historia de Emilio, un niño de clase media que se encontraba sentado en el comedor de su casa chupando unos frijoles crudos.
Al ver lo que estaba pasando, su madre le pidió que dejara de hacerlo, relatándole que cuando ella era niña, su abuela le dijo que eso provocaba que creciera una planta en el estómago, a lo que Emilio hizo caso omiso. ¿Cómo era posible que una planta creciera en su interior? Le pareció fantasioso.
Todo parecía marchar bien hasta que Emilio, accidentalmente, ingiere uno de esos frijoles, ocasionando que durante el transcurso de la tarde y noche empezara a ser testigo de cómo le crecían hojas desde el interior de su cuerpo hasta salirse por su boca; también su nariz y oídos desaparecieron, y finalmente sus pies se convirtieron en raíces que se iban enterrando sobre la tierra.
Cuando su transformación llegó a su fin, Emilio dejó de ser un niño hasta convertirse en todo un árbol, en donde asistió a su escuela ante la mirada de sus compañeros, y sintiendo el pánico de ya no ser una persona como cualquier otra.
Al darse cuenta que estaba viviendo una de los peores momentos de su vida, el niño despertó una noche percatándose que se trataba de una simple y aterradora pesadilla, producto de esa anécdota que su madre le había contado, a quien abrazó felizmente para decirle que jamás en su vida volvería a chupar un frijol crudo.
Este cuento se convirtió en una historia aterradora para muchos niños, en los que muchos de ellos, siendo ya adultos, la recuerdan como una experiencia que no debió plasmarse en un libro de texto infantil. Y si bien este cuento se acompaña a través de ilustraciones, el haber atestiguado a los 6 o 7 años sobre el cómo un niño se convertía en un árbol lentamente, sintiendo ese terror que el personaje tuvo en el transcurso de varias horas, no deja de ser algo aterrador que mantuvo a gran parte de esos niños, alejados de un simple frijol.
Y tú, ¿llegaste a asustarte con este relato? ¿Llegaste a consumir un plato de frijoles después de leerlo?
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