Independientemente de que aún se pueda exprimir más el potencial de la “revolución verde”, o de que se pueda ayudar con ella a las zonas donde todavía no llega, está claro que el paradigma actual no es sostenible ecológicamente ni garantiza la seguridad alimentaria para el futuro de la humanidad.
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No podemos seguir embarcados en lograr pequeñas ganancias a corto plazo (asociadas a costos ambientales y socioeconómicos), sino que habría que marchar hacia una agricultura viable que garantice la seguridad a largo plazo. Aunque este tránsito se prevé duro, debido a las inercias y grandes intereses comerciales de las multinacionales y de los países ricos, no se puede ignorar que se habrá de realizar en el contexto más amplio de un nuevo paradigma económico (economía ecológica), sostuvo ayer el investigador agropecuario Javier Chávez Vargas.
Y junto con adecuadas políticas fiscales, habrá que ir mentalizando a las poblaciones de los países ricos para que cambien algunos hábitos de consumo: renunciar a productos y prácticas que requieran uso excesivo de energía y de materiales, con objeto de ayudar a salir del escandaloso pozo de miseria en que vive una masa enorme de la humanidadJavier Chávez Vargas, investigador agropecuario
Para algunos, habría que ir hacia una agricultura sostenible, distinta a la que mayoritariamente se practica ahora, y que se basaría en: mayor uso de la rotación de cosechas, mejora genética tradicional o por Ingeniería Genética, que permitiera mayor control de plagas y enfermedades, mínimo laboreo y dejar residuos en el campo una vez realizada la cosecha, mezcla de campos agrícolas con bosquetes, setos y prados.
“Insistimos: hay un papel para la biotecnología en la agricultura y ganadería del siglo XXI, pero el éxito del desafío depende de los objetivos que nos propongamos (¿aumentar los beneficios de grandes emporios comerciales o garantizar la seguridad alimentaria y ecológica a largo plazo?), de la sabia elección de técnicas que realicemos, y la de la transferencia de tecnología e inversiones que estemos dispuestos a emprender allí donde más se necesita. Los principales retos de la biotecnología en una agricultura más sostenible son:
- Aumentar la producción por unidad de superficie cultivada, lo que en principio podría desincentivar la roturación de más tierras marginales y áreas de gran valor ecológico.
- Lograr una menor dependencia de los insumos intensivos en energía y materiales que hasta ahora ha caracterizado a la “revolución verde” (combustibles fósiles, pesticidas, fertilizantes).
- Disminuir las pérdidas post-cosecha.
- Mejorar la calidad del producto fresco o procesado.
En muchos de estos ámbitos la Ingeniería Genética está llamada a desarrollar un importante papel, subrayó Chávez Vargas.
En suma, la biotecnología puede ser una pieza más en el engranaje de una sociedad internacional más justa y ecológicamente viable, siempre y cuando forme parte de un adecuado paradigma de relaciones económicas y políticas entre las naciones. Pero para ello, mucho se habrá de andar en el camino hacia otro tipo de mentalidad, lejos de los dogmas neoliberales al uso. En última instancia, el mundo opulento deberá elegir entre seguir con el status quo o reconocer su deber ético de renunciar a un absurdo crecimiento económico ilimitado que sólo ahonda los problemas ambientales y que condena a la mayor parte de la población a no satisfacer sus necesidades más básicas de desarrollo humano.
EL DATO...
Mejorar sustancialmente la calidad del producto fresco o procesado