Aguascalientes presenta condiciones climáticas y geológicas que limitan el desarrollo y aprovechamiento de recursos hidráulicos. La región se ha caracterizado por la ausencia de corrientes fluviales de gran caudal, predominando en su lugar cauces y lechos de ríos que drenan las aguas en lugar de mantener un flujo constante. Esta situación geológica se traduce en una capacidad limitada para almacenar y gestionar grandes volúmenes de agua, lo que afecta de manera importante el suministro hídrico en la entidad.
El principal afluente en Aguascalientes es el Río San Pedro, que nace en la Sierra de Barranca Milpillas en el Estado de Zacatecas y atraviesa el territorio de norte a sur. Este río, crucial para el riego agrícola, discurre al oeste de la capital y se une al Río Verde, que a su vez es afluente del Río Santiago. A lo largo de su trayecto, el Río San Pedro recibe agua de varios cauces y arroyos tanto del lado derecho como izquierdo, incluyendo el río Pabellón, Blanco, Prieto, Santiago y Morcinique, entre otros.
El escurrimiento anual estimado del Río San Pedro es de aproximadamente 130 millones de metros cúbicos, abarcando una superficie de cerca de 4 mil 330 kilómetros cuadrados. En segundo lugar, se encuentra el Río Calvillo, formado por los ríos La Labor y Malpaso, los cuales cubren un área de aproximadamente mil 100 kilómetros cuadrados con un escurrimiento estimado de 50 millones de metros cúbicos anuales. Estos ríos son fundamentales para el suministro de agua en la región, aunque sus capacidades son limitadas en comparación con otras regiones del país.
En respuesta a la escasez de recursos hídricos, Aguascalientes cuenta con varias presas para almacenar agua y facilitar su uso, principalmente para la agricultura. La Presa Plutarco Elías Calles, situada en el Municipio de San José de Gracia, es la más importante de la región. También se encuentran la Presa El Saucillo y la Presa del Jocoqui, ambas en el Municipio de Rincón de Romos, y la Presa Abelardo L. Rodríguez en el Municipio de Calvillo.
A pesar de estos esfuerzos, Aguascalientes continúa enfrentando problemas graves debido a la escasez de agua. El aumento en la demanda del líquido ha intensificado la explotación de los acuíferos subterráneos, incluso después de la veda decretada en 1963. Esta sobreexplotación ha conducido al incremento de los costos de extracción y al deterioro del subsuelo, manifestado en la aparición de grietas o fallas geológicas. Estas fallas, de varios kilómetros de longitud y alineación de norte-sur, afectan negativamente la infraestructura urbana, incluyendo edificios y viviendas.
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