Antonio Arámbula López, presidente municipal de Jesús María, se despide de su cargo tras una gestión marcada por logros visibles y una notable transformación del municipio. "Dejamos un municipio pujante, vibrante, con mejores servicios e infraestructura", asegura Arámbula con orgullo, al reflexionar sobre sus años de trabajo. Jesús María, que alguna vez enfrentó serios desafíos en servicios básicos, como agua potable, basura y seguridad, hoy se posiciona como uno de los municipios más importantes del estado.
Al asumir su administración, Jesús María enfrentaba una situación crítica. “Era un municipio quebrado”, recuerda Arámbula, quien se propuso abordar las principales problemáticas desde el primer día. Alumbrado, bacheo, inundaciones y seguridad fueron las prioridades iniciales, que gradualmente dieron paso a necesidades de proyección y crecimiento. Hoy, Jesús María no solo ofrece servicios de calidad, sino que se ha convertido en un espacio donde la gente busca prosperar, con 2,000 deportistas activos, más de mil niños involucrados en proyectos culturales y un auge en el emprendimiento local, especialmente entre mujeres.
Más allá de los logros materiales, Antonio Arámbula destaca la transformación en la mentalidad de la ciudadanía. "Hoy tengo gente responsable que paga sus impuestos, gente que exige servicios de calidad y una sociedad más integrada", afirma con satisfacción. Pero su labor no fue sencilla, y a lo largo del camino enfrentó numerosos retos. Aun así, la respuesta positiva de la población es lo que más lo llena de orgullo: "Me siento muy contento de irme dejando buenas cuentas, y el poder caminar por las calles sin problema, saludando a la gente, es algo invaluable".
Al ser cuestionado sobre sus planes futuros, Antonio Arámbula responde con humildad y realismo. "Lo primero es tomar un respiro", dice, tras haber desempeñado diversos cargos a lo largo de su carrera. Sin embargo, no descarta un eventual regreso: "Cada intermedio es para afilar el hacha, para prepararse y planear el próximo proyecto". Aunque su camino por ahora tomará una pausa, no se cierra a la posibilidad de apoyar a su sucesor, César, con quien está dispuesto a colaborar si es necesario.
La despedida de Antonio Arámbula López deja una profunda huella en Jesús María. Su gestión no solo cambió la cara del municipio, sino que también tocó vidas. Desde los niños que encontraron en la cultura y el deporte un camino para el futuro, hasta las emprendedoras que sacaron adelante sus negocios, cada ciudadano es testimonio de una labor que va más allá de lo político: es el reflejo de un compromiso genuino con su comunidad.
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