Lupita Vargas platicó sobre la vida que han llevado como padres, al lado de su esposo Ricardo Ruvalcaba luego de convertirse en los progenitores y cuidadores de Jonathan y en su camino, "las grandes experiencias que han vivido”.
Tenemos un niño con Síndrome de Down, se llama Jonathan de Jesús Ruvalcaba Vargas tiene 12 años y además de él tenemos otros 4 hijos, nosotros supimos que era un niño especial hasta el día de su nacimiento.Lupita Vargas, madre de Jonathan
Lupita comparte que recibieron la sorpresa hasta el alumbramiento pero que jamás se asustaron al recibir la noticia, sino que "se llenaron de energía para poder adquirir conocimiento respecto de cómo debían cuidar a su hijo."
“Su discapacidad no nos afectó y lo tomamos como una bendición, como a nuestros otros hijos, nunca estuvimos preparados y no sabíamos cómo sería la atención que tienen estos niños; así como lo que está detrás de esta discapacidad”.
Durante estos 12 años, comparten, han vivido un sinfín de aventuras y unos cuantos, sinsabores, pero a todo han logrado salir ilesos y disfrutando a su familia, siempre unida y dispuesta, por apoyarse entre sí y los papás, con un importante afán que, mencionan, les brinda el compromiso de hacer de sus hijos todos, seres de bien.
Gracias a Dios se nos fue abriendo camino y poniéndonos en manos de diferentes médicos que nos guiaron, al año de nacimiento nos dimos cuenta que no solo era su discapacidad o sus rasgos físicos lo que lo definían, si no también problemas cardíacos, y de tiroides.
Con estos cuadros como diagnósticos, el panorama habría de complicarse, pero nuevamente no tuvieron miedo y decidieron hacer frente a lo que venía, a sabiendas también de que es un trabajo a diario e infinito.
“Actualmente sigue en tratamiento médico, terapias y asiste a una escuela de niños especiales CAM X11. Su vida ha sido muy pesada, no disfruta de muchas cosas ya que estaba saturado de consultas y terapias y a mi parecer no disfruta mucho de su niñez”.
Los padres compartieron sobre su realidad: Para nosotros es una vida normal a lo mejor un poco más de carreras, pero siempre estamos para apoyarlo porque su aprendizaje es más lento, actualmente su lenguaje es muy poco, se suele comunicar con señas y sonidos”.
Lupita reconoce que sí falta mucha cultura, valores, respeto y aceptación para las personas con discapacidad: “mi vida cambió un poco porque mi tiempo o la mayor parte de mi tiempo se la dedico a mi niño”.
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