Hace tres años nació el mariachi tradicional de Aguascalientes y desde su fundación, el rostro femenino de Adriana Lariz dignifica la presencia de la mujer en la música mexicana. Aseguró que trabajar en un mariachi es “lo más lindo, y muy pesado pues debes estar a la par de los compañeros, lo integran 9 hombres y sólo yo de mujer, así que es un trabajo rudo, por estar de pie y cantando, bailando y tocando por varias horas se vuelve un muy buen reto para todos”.
Las mejores fechas para trabajo, dentro del mariachi están en la Feria Nacional de San Marcos, en el Día de las Madres, también septiembre y de ahí al maratón Guadalupe-Reyes de diciembre y hasta pasando el 6 de enero, sólo el 25 de diciembre lo resguardan para pasar con sus familias “pues todos tenemos alguien que nos espera en casa, y diciembre es un mes espectacular para nosotros”.
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Dijo que se aumentó en un 50% el trabajo respecto a los años anteriores, pues en 2021 e inicios de 2022 aún estaba la pandemia representando mayor riesgo, pero no pararon, seguían buscando más clientes y más trabajo, para mantenerse vigentes y darle cada vez más fuerza al mariachi.
Desde los cinco años comenzó a cantar en el coro infantil de la Casa de la Cultura, ahí comenzó su pasión y su carrera en la música, Adriana Lariz vocalista del mariachi Tradicional de Aguascalientes, con afines a Lola Beltrán y Aida Cuevas, decidió cantar, primero como solista en eventos de género versátil, mientras se desarrollaba profesionalmente y descubría que aunque lo económico no es una fuerza en esta profesión, ella sentía vibrar su alma al compartir historias con su voz, recibir los aplausos de la gente y su admiración.
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El reto diario en el ranchero es la preparación, el estudio constante que desde luego significa una inversión, pues sólo cantar no es suficiente y trabajar con instrumentos además de ser costoso también representa diversificar y un esfuerzo mucho mayor.
La discriminación, a reserva de lo que se podría creer, se encuentra entre las propias compañeras mujeres, que a su decir, son muy celosas de su trabajo, agrega que “como se dice, son gajes del oficio, y no queda más que seguir adelante y echarle todas las ganas del mundo”.
Debido a la pandemia en 2020 Adriana recuerda la crisis que trajo consigo el Covid, pues cerraron el gremio restaurantero, la sociedad detenida y en pánico que no se permitían las reuniones y se pararon por un buen lapso de tiempo, de un promedio de 12 a 15 horas trabajadas por fin de semana, comprendido de jueves a domingo, hacían sólo tres o cuatro solamente y con muchas restricciones; “nos aislaban del cliente, pero eso no impedía que hiciéramos bien nuestro trabajo”, aseguró.
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