/ miércoles 23 de octubre de 2024

Bajo el Sol | Los periodistas de ayer (XXXVIII)

Vamos a la última parte de los capítulos dedicados a evocar la memoria de don Juan Esparza Rodríguez, gran reportero y cronista de deportes, quien por espacio de varias décadas perteneció a las filas de EL SOL DEL CENRO, hasta su muerte en los albores del nuevo milenio.

Les narramos en el articulo anterior que el entonces director del Diario, José Ángel Martínez Limón, siempre que nos quería llamar la atención o hacernos una sugerencia, lo hacía en privado, en su propia oficina, no ante la vista de los demás.

Pero esa vez, esa única ocasión, no se contuvo y regañó a Juan por haber exigido a los organizadores y anfitriones de la comida a que rentaran un helicóptero para transportar al director de EL SOL, pue no era posible que lo quisieran llevar en una camioneta por un camino de terracería, dado que la comida se iba a efectuar en una huerta frutícola ubicada en una zona agreste del municipio de Calvillo.

Martínez Limón le pidió que no hablara por él, “pues esas personas que van a penar, que soy una gente muy delicada”. Los reproches los hizo en presencia de varios reporteros que en esa tarde nos encontrábamos en la redacción en plena elaboración de las notas del día.

Finalmente, la comida se realizó sin contratiempos el día acordado, un sábado, y todo salió a pedir de boca, según tenemos entendido.

Juan Esparza Rodríguez era muy dado a llevar constantemente trofeos de diversas ligas y asociaciones deportivas, principalmente de futbol y de beisbol, que los organizadores tenían a bien de entregar a este Diario a manera de reconocimiento y de agradecimiento por las informaciones publicadas, incluso por los roles de juegos que se tenían programados.

Y Juan le decía al director que son reconocimientos “porque somos el mejor periódico” y el medio de comunicación que más los apoya. Y Martínez Limón los colocaba en una vitrina de la propia Dirección.

Esto no pasaba desapercibido para nosotros, quienes hacíamos desatinar a Juan Esparza, al decirle que los había él comprado en Deportes Mosco Reyes o en Deportes García, todo con tal de hacerle la barba al director.

Y nuestro compañero se enojaba por lo que le decíamos en son de broma y no nos bajaba de idiotas y babosos por llevarle la contraria.

Una situación muy personal me pasó con Juan, que mucho le agradezco, pues resulta que cada reportero y fotógrafo tenía su locker en uno de los pasillos interiores del edificio sede del periódico. Y su casillero estaba precisamente abajo del que pertenecía a la reportera de sociales y cultura, Thalía Eugenia Rivera Romo, que en ese entonces era mi novia. Y un servidor le dejaba tarjetas con recados románticos, pero con tan poco tino o mala suerte que dichas papeletas no caían en el locker de Thalía sino de Juan.

Y éste, como un caballero y toda la discreción posible, le entregaba la tarjeta a Thalía, diciéndole “güerita, esto es de usted”. Pero a mí, Juan me ponía barrido y trapeado por no dejar el recado en el sitio correcto. Pero también me lo decía en corto, para que los demás no escucharan.

A Juan le faltó tiempo para hacer su libro sobre la historia del Rieleros de Aguascalientes, el equipo de sus amores, que iba a incluir juegos y estadísticas de sus jugadores, que era una de sus ilusiones. También llevaba actualizadas las estadísticas sobre los matadores de toros, ganaderías, etc.

Han pasado ya más de 20 años de su deceso, pero todavía muchos lo recordamos con nostalgia y melancolía. No ha muerto, sigue vivo en nuestra memoria y forma parte de nuestro corazón.

Ya que hablamos de José Ángel Martínez Limón, pues hablemos de él. Llegó a esta capital en los primeros meses de 1981, primero como director adjunto de este Diario, pues el director gerente era Agustín Morales Padilla, quien ya empacaba maletas pues había iniciado un nuevo proyecto editorial que culminaría con la creación del diario Hidrocálido en octubre de ese mismo año.

Martínez Limón ocupaba también el cargo de director gerente del diario hermano El Sol de San Luis, en la vecina ciudad de San Luis Potosí. Meses después asumió la dirección general de EL SOL DEL CENTRO.

Periodista de pies a cabeza, pues fue reportero y jefe de redacción antes de alcanzar ese estatus, se distinguió y se distingue por su cortesía y amabilidad. Siempre de traje, pocas veces lo vimos de sport, José Ángel parecía reloj inglés por su puntualidad. Iba a mañana y tarde al Diario.

Vamos a la última parte de los capítulos dedicados a evocar la memoria de don Juan Esparza Rodríguez, gran reportero y cronista de deportes, quien por espacio de varias décadas perteneció a las filas de EL SOL DEL CENRO, hasta su muerte en los albores del nuevo milenio.

Les narramos en el articulo anterior que el entonces director del Diario, José Ángel Martínez Limón, siempre que nos quería llamar la atención o hacernos una sugerencia, lo hacía en privado, en su propia oficina, no ante la vista de los demás.

Pero esa vez, esa única ocasión, no se contuvo y regañó a Juan por haber exigido a los organizadores y anfitriones de la comida a que rentaran un helicóptero para transportar al director de EL SOL, pue no era posible que lo quisieran llevar en una camioneta por un camino de terracería, dado que la comida se iba a efectuar en una huerta frutícola ubicada en una zona agreste del municipio de Calvillo.

Martínez Limón le pidió que no hablara por él, “pues esas personas que van a penar, que soy una gente muy delicada”. Los reproches los hizo en presencia de varios reporteros que en esa tarde nos encontrábamos en la redacción en plena elaboración de las notas del día.

Finalmente, la comida se realizó sin contratiempos el día acordado, un sábado, y todo salió a pedir de boca, según tenemos entendido.

Juan Esparza Rodríguez era muy dado a llevar constantemente trofeos de diversas ligas y asociaciones deportivas, principalmente de futbol y de beisbol, que los organizadores tenían a bien de entregar a este Diario a manera de reconocimiento y de agradecimiento por las informaciones publicadas, incluso por los roles de juegos que se tenían programados.

Y Juan le decía al director que son reconocimientos “porque somos el mejor periódico” y el medio de comunicación que más los apoya. Y Martínez Limón los colocaba en una vitrina de la propia Dirección.

Esto no pasaba desapercibido para nosotros, quienes hacíamos desatinar a Juan Esparza, al decirle que los había él comprado en Deportes Mosco Reyes o en Deportes García, todo con tal de hacerle la barba al director.

Y nuestro compañero se enojaba por lo que le decíamos en son de broma y no nos bajaba de idiotas y babosos por llevarle la contraria.

Una situación muy personal me pasó con Juan, que mucho le agradezco, pues resulta que cada reportero y fotógrafo tenía su locker en uno de los pasillos interiores del edificio sede del periódico. Y su casillero estaba precisamente abajo del que pertenecía a la reportera de sociales y cultura, Thalía Eugenia Rivera Romo, que en ese entonces era mi novia. Y un servidor le dejaba tarjetas con recados románticos, pero con tan poco tino o mala suerte que dichas papeletas no caían en el locker de Thalía sino de Juan.

Y éste, como un caballero y toda la discreción posible, le entregaba la tarjeta a Thalía, diciéndole “güerita, esto es de usted”. Pero a mí, Juan me ponía barrido y trapeado por no dejar el recado en el sitio correcto. Pero también me lo decía en corto, para que los demás no escucharan.

A Juan le faltó tiempo para hacer su libro sobre la historia del Rieleros de Aguascalientes, el equipo de sus amores, que iba a incluir juegos y estadísticas de sus jugadores, que era una de sus ilusiones. También llevaba actualizadas las estadísticas sobre los matadores de toros, ganaderías, etc.

Han pasado ya más de 20 años de su deceso, pero todavía muchos lo recordamos con nostalgia y melancolía. No ha muerto, sigue vivo en nuestra memoria y forma parte de nuestro corazón.

Ya que hablamos de José Ángel Martínez Limón, pues hablemos de él. Llegó a esta capital en los primeros meses de 1981, primero como director adjunto de este Diario, pues el director gerente era Agustín Morales Padilla, quien ya empacaba maletas pues había iniciado un nuevo proyecto editorial que culminaría con la creación del diario Hidrocálido en octubre de ese mismo año.

Martínez Limón ocupaba también el cargo de director gerente del diario hermano El Sol de San Luis, en la vecina ciudad de San Luis Potosí. Meses después asumió la dirección general de EL SOL DEL CENTRO.

Periodista de pies a cabeza, pues fue reportero y jefe de redacción antes de alcanzar ese estatus, se distinguió y se distingue por su cortesía y amabilidad. Siempre de traje, pocas veces lo vimos de sport, José Ángel parecía reloj inglés por su puntualidad. Iba a mañana y tarde al Diario.

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