Dentro de las pruebas que pone la vida, Rubén Torres, papá soltero de Jackzeny, comparte que cumplir el papel de padre es en sí muy difícil y hacerlo como único elemento de la familia, lo es aún más, sobre todo cuando la personita a la que le dio vida es del sexo contrario, recuerda que ya había cuidado a sus hermanitos de pequeño, pero por ser hombres es todo más sencillo.
“Ahorita ya es más fácil porque la niña es más independiente como de alguna manera decir, ya te sabes hacer cosas incluso me ayuda cuando la tengo conmigo y todo, entonces ya es una ventaja al principio, la verdad sí, fue muy complicado porque de por sí ser papá, pues es una labor difícil, con una niña, entonces fue como un reto muy grande, que aprendimos mucho, la verdad; desde la paciencia, cómo hablarle, cómo tratarla, cómo explicarle las cosas y pues creo que ahí va, digo no soy el mejor papá, pero me he esforzado mucho”.
En cierto momento de la historia que llevan juntos, se quedó solo con la niña; “sí han llegado momentos muy complicados, por ejemplo, cuando la tuve yo que su mamá no estaba, pues el peinarla sí, la verdad es que hasta le daba vergüenza a ella que la peinara, pero pues no había de otra, pero la verdad lo hacía con el cariño, de que yo si quería que se viera bien aunque a lo mejor no siempre se veía presentable, no sé”.
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Para hacerle de comer, dijo que no le es complicado, que le preocupaba era que, él como hombre puede comer cualquier cosa, pero ella es más delicada en cuanto a su alimentación, le gustan cosas más elaboradas y ahí si se le complica, pero compartió que sin problema se arregla porque le compra comida y así le da lo que ella más disfruta en cuanto a la cocina.
En esta historia, su mamá llegó un momento en que solicitó si se la podía regresar y él, dice que lo hizo con gusto, porque aunque estaban ya con una dinámica y para él sería muy doloroso, tiene consciente “la mamá es la mamá”, además de que vivieron situaciones donde él tenía claro que la niña, quería a su mamá.
“Anímicamente sí, sí me vine para abajo, de tristeza. Me puse triste llegar a mi casa a trabajar y llegaba y era, pues triste tener la casa para mí solo sin que hubiera esa responsabilidad de que me implicaba darme prisa en el trabajo, de poderla ver fue difícil pero también yo supe que pues una mamá es una mamá, independientemente de los problemas que tuviéramos ella y yo, pues una mamá es lo más especial que puede haber y esa parte, pues nunca voy a poder competir con ello”.
“Yo recuerdo una vez que íbamos caminando en el centro, íbamos muy felices los dos y ella de repente se paró, estaba chiquita y se detuvo, así ya no quiso caminar y yo le y le pregunté que si ¿se había cansado?, que qué tenía y adelante de nosotros… Yo no me había fijado, pero iba una señora con su hija agarrada de la mano y dijo la niña -papá es que extraño a mi mamá y yo me sentí muy mal. Yo me sentí muy triste y es cuando dije no, pues si me la pide la mamá, pues se la doy y todo se acomodó”.
En su momento dice que sacrificó cuando era pequeña, amistades, pero él la enseñó a caminar y vio sus primeros pasos, también la enseñó a hablar y escuchó sus primeras palabras, a ir al baño; ahora es adolescente y se coordinan de manera más divertida, aunque siempre se han llevado muy bien, él dice que cada etapa además de valorarla, las ha aprovechado y disfrutado aunque admite tener miedo a la adolescencia de su hija y lo que la vida le pueda deparar.
Lo que más disfruta de ser papá es que la ha visto crecer y la ha educado, independientemente de cómo sea él como hombre o como persona, su mejor versión ha sido para ella, “ella me ve como su ídolo y la confianza también, me tiene mucha confianza, pero me platica cosas que a su mamá no, cuando le bajó me dijo primero a mi y yo entré en pánico porque no me la esperaba y no sabía qué hacer”.
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