Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, de manera que aquellos aguascalentenses que nunca han probado otro bolillo no reconocerán qué tan genial es el que se produce en la tierra de las guayabas.
A decir de Abundio Hermosillo, panadero de generaciones, compartió que la forma de producirlo es única, convirtiéndose así en una excepcional pieza para la región entera. Este delicioso pan se introdujo a México en los años 40´s por una compañía de levaduras de origen alemán.
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De manera que el bolillo mancuerna pronto logró posicionarse en la preferencia de las familias, ganándose el corazón de los aguascalentenses.
El impacto generado se mantiene, gracias a la practicidad que implica, lo que representa que se pueda seguir consumiendo y manteniéndose en el gusto de los consumidores, su principal atractivo se debe justo a que al quitarle el migajón se forma una cazuelita donde se puede agregar el guisado de la preferencia de cada quién, de manera que es ya un práctico lonche hasta con función de “tóper”, explica Hermosillo.
Estas tradicionales costumbres se iniciaron en respuesta al ajetreo de la época en que se creó, con una consistencia superior al bolillo de mercado, que justo resiste la jugosidad de los platillos mexicanos; como el estado es ferrocarrilero, aquellas largas jornadas laborales, se hacían amenas con este pan, que resultó perfecto para los trabajadores e incluso los que solo venían de paso.
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