Crece la cultura de antivalores

Es notoria su presencia, pues actualmente se considera normal la libertad de hacer lo que se quiera sin poner límites

Por: Mario Mora Legaspi

  · sábado 3 de agosto de 2019

Foto: Adrián Carmona

En la actualidad es notoria la existencia de una cultura de antivalores, en la que se proyecta como normal la libertad de hacer lo que se quiera, expresó ayer el sociólogo Juan Antonio Olmos Gómez.

Sin duda son situaciones que tienen gran influencia en el proceso de moldear la conducta de nuestros hijos, pero los padres no debemos eludir nuestra cuota de responsabilidad. Es allí en donde juegan un papel trascendental los valores que inculque la familia, como la base para comenzar a forjar un esquema cultural sólido y respetuoso para la sociedad.

Pero esta responsabilidad no es exclusiva de la familia. El sistema educativo, con una política clara centralizada que se distribuya a todos sus integrantes, debe ser el puente para que, a través de maestros y profesores, otorgue las herramientas para que en el futuro puedan discernir entre lo moralmente correcto y lo que no lo es.

La práctica de valores, vital para la mejor convivencia social, es parte del pasado... la decencia, el entretenimiento sano, la voluntad de servir, pero sobre todo el respeto a la persona son términos prácticamente desconocidos; es la generación formada por la sociedad adulta

La tan mencionada frase desintegración familiar, lamentablemente sigue vigente en el problema, los conflictos educativos con todo tipo de protestas que repercuten de manera negativa en la formación del alumno y los medios de comunicación, principalmente la televisión, gigantesca promotora de antivalores, son factores que se ven reflejados en el comportamiento de los jóvenes.

Todo mundo está consciente del problema, muchos maestros de secundaria hablan de las barbaridades que ocurren en sus escuelas y que no se dan a conocer a la luz pública, los padres de familia dejan la educación de sus hijos en manos de la televisión porque están trabajando.

Juan Antonio Olmos Gómez

Las buenas costumbres nunca dejarán de existir, pero depende de directores, maestros, padres de familia y resto de la sociedad adulta lograr el cambio, emprender campañas intensas de valores éticos, sin embargo muchas veces también el comportamiento de los adultos deja mucho que desear.

El problema de antivalores practicado por la gran mayoría de la sociedad aunque hoy se aborda con los jóvenes de secundaria, es cada vez más grave y la verdad es que es “una ola gigante” que ya no se puede detener, nadie quiere meterse en broncas, las familias viven con serios problemas derivados principalmente porque la pareja trabaja y antes la madre se encargaba de la crianza de los hijos.

Los juegos de niños, de grupo, hoy se convirtieron en individuales, con videos, se perdió la convivencia y socialización; hoy el niño llega a su casa y no encuentra a nadie, enciende la televisión y lo que ve es el uso de droga, programas donde la promoción es de antivalores, infidelidad, adulterio, groserías, escenas eróticas, es el proceso de cambio de una generación, explicó Olmos Gómez.

Los jóvenes ya no le dan valor de importancia a su cuerpo, uno de los clásicos de los griegos era principalmente ese “mente sana en cuerpo sano”, que significa cultivar el físico para llegar al intelecto, pero en la actualidad es de verdad impresionante la poca importancia que los muchachos le dan a sus cuerpos.

Según cifras del sector salud, las jóvenes menores de 18 años embarazadas, lo que da una idea de la crisis de sexualidad que ahora se vive. Los riesgos de embarazos no deseados en adolescentes son un grave problema social, no solamente para la persona embarazada, sino que la vida que se trae al mundo, se encuentra con menores posibilidades de educación, de un trabajo honesto y de una contribución positiva a la sociedad.

EL DATO:

La decencia, el entretenimiento sano, la voluntad de servir, pero sobre todo el respeto a la persona son términos prácticamente desconocidos