/ sábado 4 de mayo de 2019

El campo sigue en decadencia

El sistema agropecuario se encuentra en decadencia y con un futuro incierto; es necesario revalorizarlo mediante la promoción de diferentes sistemas agrícolas para mejorar las condiciones naturales y socioeconómicas de México

El sistema agropecuario se encuentra en decadencia y con un futuro incierto; es necesario revalorizarlo mediante la promoción de diferentes sistemas agrícolas para mejorar las condiciones naturales y socioeconómicas de México y

sacarlo así del desgaste y agotamiento que registra,

consideró el investigador Javier Chávez Vargas.

Al dar a conocer los resultados de su participación en el Seminario de Economía Agrícola “Agricultura y Alimentación frente a los Retos Tecnológicos del Siglo XXI”, que tuvo lugar en abril pasado en la capital del país, planteó la importancia de declarar al agro mexicano como prioridad y en situación de emergencia económica y social.

Refirió que el modelo de agricultura industrial es un sistema de producción rutinaria, homogénea e intensiva, que implica la concentración de tierras y un uso exhaustivo de maquinaria, agroquímicos, antibióticos, conservadores y agua, el cual en el corto plazo eleva la producción.

Pero, señaló, aunque dicho modelo puede ser pertinente para Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, en México

tendríamos que hablar de diversos modelos de agricultura acordes con la variedad orográfica, agroecológica, étnica, socioeconómica y cultural de nuestro país.Javier Chávez Vargas

En nuestro territorio sólo 15% de la superficie agrícola sería apta para dicho modelo –llanuras costeras del Pacífico, el Golfo y algunos valles interiores- porque para el restante 85 por ciento no es aplicable.

Chávez Vargas se refirió a la denominada “agricultura industrial”, la cual tiende a concentrar las tierras, los subsidios y los ingresos en unas cuantas unidades productivas, desplazando a los pequeños y medianos productores, obligándolos a rentar o vender sus parcelas y a buscar opciones de trabajo en las ciudades.

Enfatizó que cuando se piensa en tecnologías para los productores del campo deben hacerse dos preguntas: ¿Para qué y para quién?

A partir de estas cuestiones, se plantean diversos escenarios posibles. El primero es el biotecnológico, cuando los cultivos modificados genéticamente son una herramienta para la agricultura industrial y sus beneficiarios son las corporaciones multinacionales. Otro, añadió, es el correspondiente a las políticas públicas y las tecnologías para pequeños productores, donde hay programas como “Alianza para el Campo”, el cual tuvo una visión sectorial. Instrumentos como la nueva Ley de Desarrollo Rural Sustentable que no operan por falta de financiamiento.

Ante este panorama, es necesario entender la multifuncionalidad de la agricultura campesina para alcanzar la soberanía y la seguridad alimentaria. Para que una nueva tecnología beneficie a la agricultura y al desarrollo humano, debe existir participación, transparencia y respeto cultural, ambiental y de la salud, así como satisfacción de las necesidades de las personas.

Antes de concluir, Javier Chávez Vargas coincidió en la necesidad de buscar soluciones a los problemas del campo de manera integral, con la participación de los campesinos y sus familias, y demandó la necesidad de una política agraria articuladora, en función de la pluralidad nacional, donde la problemática de los productores sea diferenciada.

EL DATO:

Urge enfrentar el reto de la soberanía y la seguridad alimentaria

El sistema agropecuario se encuentra en decadencia y con un futuro incierto; es necesario revalorizarlo mediante la promoción de diferentes sistemas agrícolas para mejorar las condiciones naturales y socioeconómicas de México y

sacarlo así del desgaste y agotamiento que registra,

consideró el investigador Javier Chávez Vargas.

Al dar a conocer los resultados de su participación en el Seminario de Economía Agrícola “Agricultura y Alimentación frente a los Retos Tecnológicos del Siglo XXI”, que tuvo lugar en abril pasado en la capital del país, planteó la importancia de declarar al agro mexicano como prioridad y en situación de emergencia económica y social.

Refirió que el modelo de agricultura industrial es un sistema de producción rutinaria, homogénea e intensiva, que implica la concentración de tierras y un uso exhaustivo de maquinaria, agroquímicos, antibióticos, conservadores y agua, el cual en el corto plazo eleva la producción.

Pero, señaló, aunque dicho modelo puede ser pertinente para Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, en México

tendríamos que hablar de diversos modelos de agricultura acordes con la variedad orográfica, agroecológica, étnica, socioeconómica y cultural de nuestro país.Javier Chávez Vargas

En nuestro territorio sólo 15% de la superficie agrícola sería apta para dicho modelo –llanuras costeras del Pacífico, el Golfo y algunos valles interiores- porque para el restante 85 por ciento no es aplicable.

Chávez Vargas se refirió a la denominada “agricultura industrial”, la cual tiende a concentrar las tierras, los subsidios y los ingresos en unas cuantas unidades productivas, desplazando a los pequeños y medianos productores, obligándolos a rentar o vender sus parcelas y a buscar opciones de trabajo en las ciudades.

Enfatizó que cuando se piensa en tecnologías para los productores del campo deben hacerse dos preguntas: ¿Para qué y para quién?

A partir de estas cuestiones, se plantean diversos escenarios posibles. El primero es el biotecnológico, cuando los cultivos modificados genéticamente son una herramienta para la agricultura industrial y sus beneficiarios son las corporaciones multinacionales. Otro, añadió, es el correspondiente a las políticas públicas y las tecnologías para pequeños productores, donde hay programas como “Alianza para el Campo”, el cual tuvo una visión sectorial. Instrumentos como la nueva Ley de Desarrollo Rural Sustentable que no operan por falta de financiamiento.

Ante este panorama, es necesario entender la multifuncionalidad de la agricultura campesina para alcanzar la soberanía y la seguridad alimentaria. Para que una nueva tecnología beneficie a la agricultura y al desarrollo humano, debe existir participación, transparencia y respeto cultural, ambiental y de la salud, así como satisfacción de las necesidades de las personas.

Antes de concluir, Javier Chávez Vargas coincidió en la necesidad de buscar soluciones a los problemas del campo de manera integral, con la participación de los campesinos y sus familias, y demandó la necesidad de una política agraria articuladora, en función de la pluralidad nacional, donde la problemática de los productores sea diferenciada.

EL DATO:

Urge enfrentar el reto de la soberanía y la seguridad alimentaria

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