Los migrantes que cruzan por nuestro país, se desplazan obligados por la necesidad, son personas con derechos humanos, a quienes debemos respetarles su dignidad y no hacer oídos sordos a sus necesidades.
El vocero de la Diócesis de Aguascalientes, Carlos Alberto Alvarado Quezada, reconoció que la migración de centroamericanos, e incluso aquella que se registra en otras partes del mundo son el reflejo de una búsqueda de supervivencia que pueblos enteros no tienen en sus sitios de origen.
La vulnerabilidad de nuestros hermanos migrantes es su mayor peligro. No son tomados en cuenta como personas y muchas veces se les ve sólo como objetos de trabajo y oportunidad de ganancias económicas y enriquecimiento para unos cuantos. Es un problema social que demanda nuestra atención y que requiere una solución
Llamó a erradicar las tendencias racistas y xenófobas que se ocultan tras la fachada pública, incluso en sociedades que se hacen llamar justas, y quienes extorsionan a los migrantes durante todo su trayecto.
Los migrantes tienen que atravesar territorios inhóspitos y desconocidos para ellos. Pueden encontrarse en el camino con situaciones tan difíciles que los obligan a delinquir bajo presión sicológica. Tienen que enfrentarse a situaciones de violencia, de discriminación, a pandillas, a delincuentes y pasan por un verdadero viacrucis
Durante su homilía del pasado domingo, el papa Francisco hizo un llamado a no hacer oídos sordos
al clamor de los que se ven obligados a huir de su hogar y su tierra natal por un futuro incierto, el clamor de pueblos enteros privados incluso de los grandes recursos naturales a su disposición. Carlos Alberto Alvarado Quezada
En el mismo sentido, el vocero de la Diócesis de Aguascalientes reconoció que, como cristianos, estamos obligados a hacer más llevadero su viacrucis y aligerar la carga de sus penurias.