Niñas y niños se están convirtiendo en “adictos” a los dispositivos electrónicos. Y luego como adolescentes a las redes sociales, todo lo cual les provoca afectaciones psicológicas y daña los lazos familiares, advierte el sicólogo Renato Saldívar Mendoza.
Lo peor del caso, es que son los propios progenitores quienes les “inducen’’ dicha adicción, poniendo tablets en manos de los pequeños para poder tenerlos tranquilos y sin cometer travesuras.
El acceso a aparatos e internet ha crecido en forma desmedida en menores de edad, pues 36% de quienes se conectan a la red tienen menos de 18 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el uso de las tecnologías genera dependencia al punto que hay menores que no pueden vivir sin el Wi-Fi durante dos o tres días, porque experimentan una sensación de ansiedad, síndrome de abstinencia, no duermen y empiezan a tener problemas escolares.
“A los peligros que enfrentan los menores de edad en la época actual se suma uno grave que acecha su salud física y mental: los dispositivos electrónicos”, señala.
Mientras la tecnología gana terreno, el mundo digital y el internet aumenta su presencia entre niños y adolescentes, una población muy sensible de recibir sus efectos negativos.
Si bien no se pueden satanizar los beneficios que también proporciona el mundo virtual, sí resulta urgente que los padres conozcan y atiendan las implicaciones, explica el especialista.
El problema empieza desde los tres o cuatro años de vida, toda vez que son los propios padres que ven en un gadget una manera fácil de controlar a los menores, sin saber que los encaminan a un terrible mal, que podría convertirse en adicción. “Es un desperdicio, porque los primeros años del niño son clave; son unas esponjitas, porque en estos primeros años el cerebro puede llegar a crecer tres veces más; así como va creciendo su cuerpo, el cerebro también va creciendo, pero para eso se necesitan los estímulos que vienen del exterior, es decir, palabras y atención de los padres”, indicó.
Asimismo, el efecto de las redes sociales tiene que ver con un sistema de recompensas que podría llegar a provocar una necesidad similar al de una droga.
Las redes sociales van dándonos estímulos a través de likes o comentarios, donde lo que interpretamos es que el exterior está al pendiente de nosotros y eso a nivel emocional y cerebral genera un sentido de recompensas; como seres humanos, nos volvemos dependientes y buscamos más recompensas
EL DATO:
Hay menores que no pueden vivir sin el Wi-Fi durante dos o tres días, porque experimentan una sensación de ansiedad, síndrome de abstinencia, no duermen y empiezan a tener problemas escolares.