El regreso a las escuelas se ve como algo riesgoso, sin embargo, en este tema hay una controversia muy fuerte pues frente a la resistencia por llevar a los niños a tomar clases presenciales, hay padres de familia que llevan sus hijos al supermercado, al centro de la ciudad o algún otro sitio.
En estos casos la responsabilidad y en contacto directo es únicamente con los padres de familia, en cambio en la escuela la interacción se da con muchas personas, sus compañeros de clase, sus maestros, el personal administrativo y de intendencia, convivencia que se realiza en varias horas.
Así lo expuso María Elida Gutiérrez Padilla, madre de familia y abogada de profesión quien añadió que “aunque si la asistencia a la escuela se lleva a cabo de manera escalonada y se cumple con lo de la sana distancia, pues esto pudiera aportar mayor tranquilidad, aunque los salones no son muy grandes”.
De tal forma que “el regreso a las aulas es complicado pero necesario además de que crecerá el tema de movilidad y por eso creo que muchos padres de familia se abstendrán de llevar a sus hijos a clases porque en algunos casos ya es necesario utilizar el transporte público y en general, es poner en funcionamiento muchas cosas por lo que es posible que aumenten los casos de contagio”.
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“Sobre todo ahora que la variable Delta está atacando a los niños, quienes carecen de la protección de la vacuna que pudiera disminuir un poco el riesgo, pero ese es el miedo que uno como madre de familia se siente, porque sabemos que a pesar de estar vacunados el riesgo es latente”.
Por tanto, esta decisión de abrir las escuelas sí implica miedo, ya que la actividad escolar genera mucho movimiento y “conociendo a los chamacos sabemos que en un momento dado se habrán de quitar la mascarilla o intercambiarla por momentos entre sus compañeros, ya que la curiosidad es una de las características de los niños por lo que pienso que pudiera haber un contagio mayor”.
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Porque en el salón a los maestros se les puede escapar algún detalle que provoque algún riesgo, “sí uno de adulto se cansa del cubrebocas y no lo quitamos, pues en el caso de los niños esta posibilidad estará latente al igual que el intercambio de esta herramienta”.
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