En el medio rural, el acceso a una alimentación adecuada en cantidad y en calidad, está determinado en principio por la capacidad de los hogares para auto proveerse un volumen determinado de alimentos y/o para acceder a los mismos a través de la compra, explicó ayer el economista Jorge Armando Lozano González.
A su vez, ambas condiciones se vinculan con el tipo de hogar (tamaño, ciclo demográfico, composición), con la estrategia económica desplegada por los hogares, además de las posibles restricciones ecológicas que pueden limitar o favorecer un esquema con diferentes niveles de participación de la alimentación auto-producida.
El carácter de garante de la seguridad alimentaria de los hogares adquiere un valor estratégico -aunque no necesariamente registrado ni valorado en su justa medida- principalmente para los hogares semi-campesinos y en períodos de retracción de la demanda de trabajo.
En los esquemas de subsistencia, la magnitud que asume la vulnerabilidad varía en principio de acuerdo a las diferentes lógicas económicas que hacen pesar en más o en menos los “ingresos” de autoproducción y los provenientes de otras fuentes en la conformación de los presupuestos de la unidad doméstica.
En este sentido, es posible sostener que cuanto mayor es el ingreso destinado a la compra de alimentos, también es mayor la vulnerabilidad de esos hogares a ingresar en una situación de inseguridad alimentaria.
Cada uno los diversos componentes que integran los esquemas de subsistencia en su relación con la producción de alimentos -disponibilidad de trabajo familiar, condiciones de clima, etcétera- funcionan en base a un cierto “equilibrio inestable” que hace que una coyuntura crítica que afecte a uno de estos pilares puede producir una caída que comprometa hasta la continuidad misma del grupo familiar.
Normalmente, los períodos de “stress” económico por el que pueden atravesar estas unidades, llevan normalmente a una intensificación del componente de producciones de autoconsumo (a través de un compromiso casi exclusivo de la mujer y de los niños en esos rubros).
Asimismo, los ingresos estacionales de las pequeñas parcelas que combinan trabajo en la unidad con empleo asalariado, han generado en la base de estos esquemas de supervivencia, lógicas económicas diversificadas para asegurar un "piso" para el mantenimiento de las unidades económicas y familiares.
EL DATO:
Las familias campesinas siguen viviendo con mínimas condiciones de subsistencia