Es común que en muchos hogares se instale una ofrenda para recibir a nuestros seres queridos que ya pasaron a la eternidad pero que vienen a visitarnos.
Ofrendar es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y el vino. Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida, por tanto, la ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria.
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Algunos de los elementos que no pueden faltar en el altar de muertos son:
- El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso.
- La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
- Velas y veladoras: La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.
- Copal e incienso: Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.
- Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta.
- Las calaveras de azúcar medianas son alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
- El pan. El ofrecimiento fraternal es el pan. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.
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