En punto de las 15:00 horas y durante varios minutos tañeron las campanas de las iglesias de Aguascalientes, como un acto de conmemoración por el primer aniversario del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en Chihuahua, así como a las personas que sufren violencia ante la crisis de inseguridad por la que atraviesa México.

El llamado lo realizó la Conferencia del Episcopado Mexicano y consistió en efectuar diversas acciones para exigir justicia para ellos y para todas las personas víctimas de la violencia en México.

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En esta entidad se replicó el acto en la mayoría de las iglesias y fue en la Catedral Basílica de Aguascalientes que el Juan Espinoza Jiménez, obispo de la Diócesis de Aguascalientes, encabezó una oración, en la que expresó la consternación de la Iglesia por los tiempos complicados que se viven en materia de seguridad a nivel nacional.

“Queremos unirnos esta tarde a todo México, a todas las iglesias, a todas las capillas de la Nación mexicana, donde queremos hacer el clamor que debe llegar a Dios, clamor por el grito de paz, queremos pedirle a Dios que tenga piedad de nuestros hermanos que han sido víctimas de la violencia”, dijo el jerarca de la Iglesia local.

Asimismo, Espinoza Jiménez resaltó además que una de las peticiones a Dios es que haya conversión para todo aquel que comete los crímenes y ejerce la violencia; “en Aguascalientes gracias a Dios el señor nos ha protegido, en algunos municipios ha empezado a haber manifestaciones violentas y en la Diócesis de Aguascalientes en la parte de Zacatecas y Jalisco, la violencia es fuerte, las muertes se han dado y hay gente desaparecida”.

Resaltó la necesidad de pedir por las víctimas y además, con lamento expresó que:

cada perdida de vida es un tragedia que nos entristece profundamente pero también nos hace reflexionar sobre la importancia de trabajar juntos por el bien y la pazJuan Espinoza Jiménez, obispo de la Diócesis de Aguascalientes

Finalmente, elevó sus plegarias a nombre de todas las iglesias de México, “por todas las personas que han perdido la vida, especialmente por nuestros hermanos sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín, hace un año de su asesinato, y por aquellos que han trabajado incansablemente por el bien común y han sido víctimas de la violencia”.

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