Es notoria la falta de cultura vial por parte de los conductores de vehículos motorizados en esta ciudad capital. Y esta situación no distingue automóviles particulares, mucho menos a unidades de alquiler (taxis) o camiones del servicio de transporte público; tampoco calles o avenidas por donde transiten.

Lo más preocupante es que este mal se ha convertido en un aspecto cotidiano para la mayor parte de la población, que lo ve como algo “normal”, señaló ayer el especialista en desarrollo urbano y vialidad, Alejandro Escalante Cruz.

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Basta caminar o circular por las principales arterias de la ciudad para observar a conductores que suelen tomar carriles opuestos al sentido en el que piensan dar vuelta y cómo aceleran para “volarse” un semáforo.

"También se consta que no respetan las líneas amarillas para los transeúntes o se suben a los pasos peatonales, sin dejar pasar a las personas. Todas, situaciones que entorpecen el tránsito vehicular o que en algún momento han puesto en peligro y costado la vida de una persona", añadió.

El problema no existe solamente en el primer cuadro de la ciudad o en las principales calles o avenidas de la ciudad, incluyendo los tres anillos periféricos, también en fraccionamientos, barrios y colonias, donde es frecuente que vehículos particulares, taxis, autobuses de pasajeros, camionetas o camionetas de transporte de mercancías no respeten el indicativo de alto. Incluso hay conductores u operadores que se dan el “lujo” de circular en sentido contrario, aprovechando que rara vez aparece por esa zona una patrulla de Tránsito Municipal.

En muchos cruceros se repite a diario decenas de veces la misma escena: vehículos automotores haciendo toda clase de maniobras para burlar el semáforo, precisó Escalante Cruz.

Otro problema también, a la vista de todos, es lo que ocurre en los pasos peatonales del primer cuadro citadino, donde los conductores se estacionan sin respetar el espacio para los peatones.

Durante el día y en las primeras horas de la noche, la gente va y viene con mucha prisa hacia alguna parte, pero lo mismo sucede en el arroyo vehicular, donde domina el sonido del claxon.

Afuera de la Central Camioneta y de los principales centros de abasto, como es el caso del Centro Comercial Agropecuario y de varias tiendas de autoservicio, una hilera de carros es dueña de un carril. Son alrededor de 30 ó 40 metros de largo, sobre los cuales muchos taxis han establecido su sitio de abordaje. Lo mismo se aprecia afuera de varias Unidades de Medicina Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en los dos Hospitales Generales de Zona.

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El colmo ha sido que en las horas pico y los días de mayor salida o llegada de pasajeros, no sólo es un carril el que se forma, sino dos carriles de taxis, los que generan un embudo que entorpece la vialidad.

Por otro lado, los operadores de autobuses urbanos circulan a su arbitrio por calles y avenidas de la ciudad. Y en el momento menos pensado, sin hacer uso de sus luces indicativas, dan vuelta a la derecha o a la izquierda, poniendo en serios aprietos a los demás conductores. Ejemplo de lo anterior es la glorieta de El Quijote.

Los operadores tanto de taxis como de camiones urbanos incurren en muchas prácticas erróneas, que en no pocas ocasiones derivan en percances viales.

También es común observar cómo los conductores buscan evadir los semáforos y hasta pasarse la luz en ámbar o roja. En una hora, donde el tráfico está despejado, la maniobra pasa desapercibida, pero en una hora de tránsito pesado puede significar un accidente vehicular con daños a terceros.Alejandro Escalante Cruz, especialista en desarrollo urbano y vialidad

En esta capital, los automovilistas, particulares o de servicio público, no respetan los pasos peatonales. Es muy común la escena donde se observa a los automovilistas no hacer alto frente al semáforo, o bien, los vehículos se quedan detenidos justo sobre el paso peatonal, por consiguiente los transeúntes tienen que cruzar la calle de manera accidentada.

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Éstos y otros hábitos confirman la encuesta realizada por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial de México (CESVI), en el año 2013, donde arrojó la calificación de 6.6 que México tiene en materia de seguridad vial, finalizó Escalante Cruz.

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