El pan que hacemos en casa tiende a volverse duro rápidamente, mientras que el de las panaderías se mantiene suave y esponjoso por más tiempo. Esto se debe a una combinación de factores relacionados con la preparación, ingredientes y almacenamiento.
En las panaderías, el proceso de amasado suele ser más intensivo y utiliza maquinaria especializada que desarrolla mejor el gluten, una proteína que aporta elasticidad a la masa y permite que retenga más aire durante la fermentación. Este aire es clave para la esponjosidad característica del pan profesional.
Además, las panaderías emplean ingredientes como mejoradores de pan, grasas especiales (como manteca o margarina) y proporciones exactas de azúcar y sal que ayudan a prolongar la frescura del producto. Incluso el uso de hornos industriales, que generan vapor durante la cocción, contribuye a formar una corteza delgada que retiene la humedad del pan por más tiempo.
En casa, la diferencia radica en que los hornos domésticos carecen de esa capacidad de generar vapor y calor uniforme. A menudo, el amasado es manual y no logra el mismo desarrollo del gluten. Otro factor importante es la técnica de almacenamiento: en las panaderías, el pan recién hecho se guarda en condiciones óptimas para evitar que pierda humedad, mientras que en casa muchas veces queda expuesto al aire o se guarda en bolsas que no son herméticas, lo que acelera su endurecimiento.
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