La práctica intensiva del deporte tiene dos caras, una “positiva”, la ejercida por los atletas de alto rendimiento, y la otra negativa, generada por un trastorno por personas que buscan un aspecto físico “ideal”.
Así lo explicó el psicólogo Amílcar Ibarra Muñoz, quien añadió que este último caso se refiere a la “vigorexia” que obliga a la persona a desear verse más fuerte, que en el caso del deportista, esto lo detona el hecho de querer sobresalir, sin embargo, en este caso, el llevar al cuerpo al límite va a generar problemas de salud y psicológicos.
Señaló que en ambos casos, el del deportista y el del que hace deporte para mejorar su físico, van a generarse una situación de aislamiento social, pero el que simplemente busca verse bien además, va a provocarse una separación de la realidad y al verse en el espejo observará, a su entender, o que le sobra grasa o que está muy delgado Esta última situación, refirió, se da mucho entre los clientes habituales de los gimnasios y se presenta en personas que tienen una autoestima muy baja y su reconocimiento entra por la parte del físico y en este tipo de personas, tanto como en los deportistas en lo general, pueden llegar al extremo de consumir anabólicos u otro tipo de sustancias que les permitan incrementar la masa muscular
En estos últimos casos se pueden presentar algunos trastornos como un cambio en el timbre de voz, problemas hormonales y sexuales. La vigorexia, anotó, se presenta regularmente entre los 18 y 35 años de edad.