Del Aguascalientes que ya no existe, donde los Talleres del Ferrocarril marcaban los límites de la ciudad, y donde las calles aún no se pavimentaban, guarda recuerdos la señora María de Lourdes Martell, voceadora de oficio y de corazón.
En entrevista con El Sol del Centro, recuerda que era muy pequeña cuando ya ayudaba a su mamá en la venta de petróleo. No obstante, para aumentar las ganancias del hogar, agregaron a su mercancía, los ejemplares que, de esta Casa Editorial, salían a la venta justo al amanecer.
Corrían los primeros años de la década de los sesenta, cuando ella, junto a su hermano, montaban su bicicleta para recoger el periódico. Eran cerca de mil 500 ejemplares, los que recogían con otro voceador que tenía su punto de distribución en el fraccionamiento Primavera, cerca del centro de la ciudad. Posteriormente, recogían los diarios ya en las instalaciones de El Sol del Centro.
Recuerda que sus principales clientes eran los ferrocarrileros; los que salían del turno de la noche, a las 5:00 o 6:00 de la mañana; así como los que entraban a las 7:00, apenas iniciando su jornada.
También, clientes asiduos, eran los trabajadores de Petróleos Mexicanos (PEMEX), cuyas oficinas se ubican sobre el Boulevard a Zacatecas. Entonces, costaba 30 centavos, cada ejemplar. Junto con El Sol del Centro, vendían otras publicaciones, como las revistas Lágrimas y Risas, y la popular Familia Burrón.
Al crecer, Doña Lourdes formó su propia familia, y a sus hijos les enseñó el valor del trabajo y del esfuerzo; y aunque ellos no continuaron con la tradición de vender periódico, sí heredaron los valores de la constancia, la responsabilidad y la perseverancia que Doña Lourdes practicó durante los años que fue voceadora.
Ya retirada, la señora Martell recuerda, con mucho cariño y gratitud, sus años de trabajo llevando El Sol del Centro a las manos de la sociedad aguascalentense.
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