/ domingo 30 de abril de 2017

Niños pregoneros de Toluca, el rostro de la explotación infantil

Por Filiberto Ramos ¡Me compra un dulce,me regala una moneda! -pregonan a diario los cuerpecilloschorreados de cansancio de Jazmín y otros niños, entre lamuchedumbre de gente en los portales del centro de Toluca,restaurantes o cantinas. No tienen horario de salida, sólode entrada, entre las 8:00 horas o después de las clases, entrelas 12:00 y las 13:00 horas, su sueldo tampoco es fijo, puede serel comer hoy o mañana, las ganancias se quedan fuera de su alcancepor la explotación laboral infantil a la que están sometidos encierto modo en sus propios hogares.

Cargando con una pequeña caja de dulces y chicles, Jazmín y suhermana andan las plazas con sus mochilas, sobre todo en fines desemana, empeñadas en la venta y con discurso bien hecho, pese a sucorta edad, y sabiendo que no tienen de otra más que vender.

El Módulo de Trabajo Infantil (MIT) de la Encuesta Nacional deOcupación y Empleo, reveló que en 2015 el principal sector deactividad en que se ocupa la población infantil es el de comercio(27.8%), seguido de servicios (23.6%) y el de industriamanufacturera, extractiva, electricidad, gas y agua (16.9 porciento).

Lee también Los niños de lapolítica

Existe una clara diferencia por sexo, en el sector comercio losvarones participan con 58.2% de la población de 5 a 17 añosocupada por un 41.8% de las niñas, mientras que en los servicios,los niños aportan 53.0% y las niñas 47.0 por ciento.

Otra de las historias que se pueden cuantificar en estas cifrases la de Carlos, un niño pregonero en los camiones de lasdiferentes rutas que llegan al centro de Toluca, en los que vendesus dulces. -¡Mire le vengo ofreciendo loque es este caramelo! ¡Mire no me lo desprecie, es para ayudarmeen mis estudios! -Repite Carlos, incansable y sin modificar su tonode pregonero a bordo de los camiones, en su única forma de ganarunas monedas para pagar sus gastos en la escuela. A diario,cargando con una bolsa repleta de caramelos y chocolates, sube ybaja de los camiones en distintas rutas que van en todasdirecciones, su trabajo comienza después de las horas de clase enla escuela y termina cuando cae la noche. “A mí no me dicen nada, sí hay anuncios que algunoschoferes los traen pegados que dice: ¡No dulceros, no payasos, nomúsicos! pero yo sigo subiendo”, relató el pequeño vendedor,quien sabe que los ambulantes a bordo de los camiones ha quedadoprohibido en las últimas semanas, aún así se arriesga.Lee la nota completa en El Sol de Toluca

/cpg

Por Filiberto Ramos ¡Me compra un dulce,me regala una moneda! -pregonan a diario los cuerpecilloschorreados de cansancio de Jazmín y otros niños, entre lamuchedumbre de gente en los portales del centro de Toluca,restaurantes o cantinas. No tienen horario de salida, sólode entrada, entre las 8:00 horas o después de las clases, entrelas 12:00 y las 13:00 horas, su sueldo tampoco es fijo, puede serel comer hoy o mañana, las ganancias se quedan fuera de su alcancepor la explotación laboral infantil a la que están sometidos encierto modo en sus propios hogares.

Cargando con una pequeña caja de dulces y chicles, Jazmín y suhermana andan las plazas con sus mochilas, sobre todo en fines desemana, empeñadas en la venta y con discurso bien hecho, pese a sucorta edad, y sabiendo que no tienen de otra más que vender.

El Módulo de Trabajo Infantil (MIT) de la Encuesta Nacional deOcupación y Empleo, reveló que en 2015 el principal sector deactividad en que se ocupa la población infantil es el de comercio(27.8%), seguido de servicios (23.6%) y el de industriamanufacturera, extractiva, electricidad, gas y agua (16.9 porciento).

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Existe una clara diferencia por sexo, en el sector comercio losvarones participan con 58.2% de la población de 5 a 17 añosocupada por un 41.8% de las niñas, mientras que en los servicios,los niños aportan 53.0% y las niñas 47.0 por ciento.

Otra de las historias que se pueden cuantificar en estas cifrases la de Carlos, un niño pregonero en los camiones de lasdiferentes rutas que llegan al centro de Toluca, en los que vendesus dulces. -¡Mire le vengo ofreciendo loque es este caramelo! ¡Mire no me lo desprecie, es para ayudarmeen mis estudios! -Repite Carlos, incansable y sin modificar su tonode pregonero a bordo de los camiones, en su única forma de ganarunas monedas para pagar sus gastos en la escuela. A diario,cargando con una bolsa repleta de caramelos y chocolates, sube ybaja de los camiones en distintas rutas que van en todasdirecciones, su trabajo comienza después de las horas de clase enla escuela y termina cuando cae la noche. “A mí no me dicen nada, sí hay anuncios que algunoschoferes los traen pegados que dice: ¡No dulceros, no payasos, nomúsicos! pero yo sigo subiendo”, relató el pequeño vendedor,quien sabe que los ambulantes a bordo de los camiones ha quedadoprohibido en las últimas semanas, aún así se arriesga.Lee la nota completa en El Sol de Toluca

/cpg

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