/ lunes 25 de diciembre de 2023

Al manejo de la ambulancia, en servicio se vive el 24 de diciembre

“Nos toca vivir las tristezas de otras personas en fechas importantes y aún así llegar con buena cara a los nuestros”, Luis Moreno, paramédico de ambulancia

En charla exclusiva para El Sol del Centro, Luis Francisco Moreno Valdivia comparte con la editora cómo es la experiencia de hacer una guardia, como paramédico y conductor de una ambulancia del servicio de salud del municipio de Aguascalientes, reconoce que además de ser “días normales” en su labor si incrementa; así como que, en todo diciembre, reconoció desconocer la razón, “pero en todo diciembre hay mucho deceso sobre todo en personas adultas mayores”.

“Es un poquito triste porque no estás en tu casa ni con tu gente, pero aun así uno sale con todo el profesionalismo y el mejor trato con los pacientes, también la gente es muy cálida y siempre te ofrecen un taquito de su cena, siempre y cuando el servicio no haya sido una urgencia que requiera un traslado”.

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Comparte alegremente que, por la fuerza de las fechas, buscan siempre un momento, por pequeño que sea, para cenar y felicitarse entre compañeros, “por lo regular uno en el módulo se lleva algo rico para cenar, tal vez un mini intercambio entre los compañeros en los ratos que no hay servicio, en ocasiones nos deseamos Feliz Navidad por el radio”.

Al cuestionarle cómo sobrellevan el acompañamiento a familias, manejo de emociones de su entorno, y sobre todo en estas fechas, las propias ante su panorama laboral de desgracia ajena, Luis compartió “supongo que todos somos de sangre fría diría la gente, pero al final de cuentas somos humanos, también sentimos y sentimos empatía, pero no debemos quedarnos con lo sucedido en cada servicio, tenemos que tener una mente como un río, cada instante nueva el agua diría José José”, bromea con certeza y entusiasmo.

Añadió que justamente como humanos, el servicio va más allá del apoyo en la sanación del cuerpo, y sin miedo, a todo le entran, reconoció que “hay servicios en los que el paciente no siempre tiene una herida o están enfermos, a veces solo necesitan una mano, un oído, o hasta comida”.

Respecto a las labores cuando el trabajo se vuelve abundante “a veces no te dejan ni llegar a la base, a veces no hay chance de comer o descansar 5 minutos”, también reconoció lo muy pesado de su diaria labor, ahí si, sin importar las fechas “el cansancio es físico y mental”. Añadió sobre la experiencia de vivir en este entorno de constante movimiento de incidentes entre seres humanos donde la vida, el bienestar del cuerpo es lo que apremia, lo que se busca preservar: “llegamos, vemos todo crudo, y a veces después el sufrimiento de los familiares, ruidos, olores, imágenes, todo fuerte”.

Sin embargo, Luis mostró su entereza en cada palabra, su pasión por lo que hace, el honor que le provoca ser un servidor de los seres humanos, de la vida, del todo, la salud. “Si es fuerte, por eso no debemos guardarnos nada, sales de servicio llegas al módulo y ya en tu mundo ya no recordar nada”.

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Al cuestionarle sobre la satisfacción de su labor, y una experiencia que haya marcado su historia de servicio; abrió aún más su corazón: “Híjole, no sé, pero siempre tratamos de dar lo mejor y de ayudar lo más posible, llegamos con gente económicamente que está en el cielo, y también con gente que no tiene ni techo, siempre tratamos a todos de la misma manera, se nota en los pacientes y en los familiares cuando quedan cómodos con el servicio y con el trato, no lo dicen ustedes nos trataron muy bien, ustedes si nos explican bien, el gracias lo dice todo”.

También reconoció que no todo es miel sobre hojuelas para ellos “siempre hay gente que te trata mal, pero tratamos de entender por lo que están pasando”, pero la otra cara de la moneda es siempre vista con más frecuencia, “hay gente muy humilde que intenta agradecerte regalándote un chicle, una naranja y hasta dinero… solo les damos las gracias, al final de cuentas para eso está el servicio para ayudar a la gente”.

Por último compartió un relato que estremece el corazón: “también hay gente que se siente apenada por requerir una ambulancia, gente muy consciente que sabe que no la ocupa y que podría estar al mismo tiempo otro accidente u otra persona enferma que en verdad la requiera”.

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Escucha el Podcast ⬇️

En charla exclusiva para El Sol del Centro, Luis Francisco Moreno Valdivia comparte con la editora cómo es la experiencia de hacer una guardia, como paramédico y conductor de una ambulancia del servicio de salud del municipio de Aguascalientes, reconoce que además de ser “días normales” en su labor si incrementa; así como que, en todo diciembre, reconoció desconocer la razón, “pero en todo diciembre hay mucho deceso sobre todo en personas adultas mayores”.

“Es un poquito triste porque no estás en tu casa ni con tu gente, pero aun así uno sale con todo el profesionalismo y el mejor trato con los pacientes, también la gente es muy cálida y siempre te ofrecen un taquito de su cena, siempre y cuando el servicio no haya sido una urgencia que requiera un traslado”.

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Comparte alegremente que, por la fuerza de las fechas, buscan siempre un momento, por pequeño que sea, para cenar y felicitarse entre compañeros, “por lo regular uno en el módulo se lleva algo rico para cenar, tal vez un mini intercambio entre los compañeros en los ratos que no hay servicio, en ocasiones nos deseamos Feliz Navidad por el radio”.

Al cuestionarle cómo sobrellevan el acompañamiento a familias, manejo de emociones de su entorno, y sobre todo en estas fechas, las propias ante su panorama laboral de desgracia ajena, Luis compartió “supongo que todos somos de sangre fría diría la gente, pero al final de cuentas somos humanos, también sentimos y sentimos empatía, pero no debemos quedarnos con lo sucedido en cada servicio, tenemos que tener una mente como un río, cada instante nueva el agua diría José José”, bromea con certeza y entusiasmo.

Añadió que justamente como humanos, el servicio va más allá del apoyo en la sanación del cuerpo, y sin miedo, a todo le entran, reconoció que “hay servicios en los que el paciente no siempre tiene una herida o están enfermos, a veces solo necesitan una mano, un oído, o hasta comida”.

Respecto a las labores cuando el trabajo se vuelve abundante “a veces no te dejan ni llegar a la base, a veces no hay chance de comer o descansar 5 minutos”, también reconoció lo muy pesado de su diaria labor, ahí si, sin importar las fechas “el cansancio es físico y mental”. Añadió sobre la experiencia de vivir en este entorno de constante movimiento de incidentes entre seres humanos donde la vida, el bienestar del cuerpo es lo que apremia, lo que se busca preservar: “llegamos, vemos todo crudo, y a veces después el sufrimiento de los familiares, ruidos, olores, imágenes, todo fuerte”.

Sin embargo, Luis mostró su entereza en cada palabra, su pasión por lo que hace, el honor que le provoca ser un servidor de los seres humanos, de la vida, del todo, la salud. “Si es fuerte, por eso no debemos guardarnos nada, sales de servicio llegas al módulo y ya en tu mundo ya no recordar nada”.

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Al cuestionarle sobre la satisfacción de su labor, y una experiencia que haya marcado su historia de servicio; abrió aún más su corazón: “Híjole, no sé, pero siempre tratamos de dar lo mejor y de ayudar lo más posible, llegamos con gente económicamente que está en el cielo, y también con gente que no tiene ni techo, siempre tratamos a todos de la misma manera, se nota en los pacientes y en los familiares cuando quedan cómodos con el servicio y con el trato, no lo dicen ustedes nos trataron muy bien, ustedes si nos explican bien, el gracias lo dice todo”.

También reconoció que no todo es miel sobre hojuelas para ellos “siempre hay gente que te trata mal, pero tratamos de entender por lo que están pasando”, pero la otra cara de la moneda es siempre vista con más frecuencia, “hay gente muy humilde que intenta agradecerte regalándote un chicle, una naranja y hasta dinero… solo les damos las gracias, al final de cuentas para eso está el servicio para ayudar a la gente”.

Por último compartió un relato que estremece el corazón: “también hay gente que se siente apenada por requerir una ambulancia, gente muy consciente que sabe que no la ocupa y que podría estar al mismo tiempo otro accidente u otra persona enferma que en verdad la requiera”.

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