En la actualidad la construcción de identidad y trayectoria educativa de los jóvenes universitarios se ve influenciada por factores como violencia, crisis económica e inseguridad, pues se trata de generaciones que tienen ante sí un futuro “poco prometedor, en el que prevalecen el desempleo y la ausencia de movilidad social”, advirtió ayer el maestro universitario Benito Gallardo Rodarte.
Señaló que entre los jóvenes prevalece una actitud de "aburrimiento y flojera" ante las metas de enseñanza que establece la escuela:
Pues ésta es considerada como un espacio donde pueden hacer amigos, socializar y estar entre sus pares, mientras que el conocimiento se ubica en un lejano segundo lugar de sus prioridades
Gallardo Rodarte acaba de asistir a un encuentro de orientadores educativos, convocado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en donde los especialistas destacaron que existe una "enorme diversidad" de identidades juveniles asociadas tanto a los espacios académico, como social y cultural.
Sin embargo –dijo el entrevistado-, prevalece un contexto en el que la mayoría de los alumnos está:
Consciente de que enfrenta una sociedad cada vez más exigente en el manejo de conocimientos y habilidades, donde la experiencia tiene un papel central, pero que al mismo tiempo no garantiza una calidad de vida óptima y un empleo estable
El entrevistado, con especialidad en identidades juveniles, aseguró que el sistema educativo trabaja “muy lento en comparación con las demandas de los jóvenes, y se corre el riesgo de que el conocimiento pierda significado como objetivo de la formación universitaria”.
Agregó que en México el proceso de construcción de la identidad de los universitarios se define “en parte por los libros que leen, pero también por los programas de televisión que miran, los hipertextos multimedia por los que navegan, la música que escuchan y el tipo de películas que ven; por eso, la universidad necesita acercarse a sus consumos para lograr entender las nuevas culturas juveniles”.
Y añadió:
De lo contrario, el bachillerato y su formación universitaria serán sólo una etapa de transición en la que fortalezcan sus relaciones sociales, pero en la que no se tiene mayor interés por el conocimiento ni prisa por egresar y ponerlo en práctica, pues se sienten condenados al desempleo
Tengo la convicción de que la calidad de las instituciones de enseñanza1 así como la calidad de la práctica docente, o dicho de otro modo, de la enseñanza misma, está directamente relacionada con la calidad de los procesos de aprendizaje que promueve en los estudiantes. Siendo así, mi hipótesis de partida presupone que una manera de evaluar la calidad de las universidades es a través del cómo aprenden sus alumnos
Partiendo pues de este supuesto al que, no obstante, hay que añadir tres observaciones para acotar mejor este trabajo:
a) Entiéndase bien que hablo de la calidad de los procesos de aprendizaje y no del rendimiento académico, pues no son lo mismo; y este último indicador está sobradamente criticado como criterio para evaluar la calidad de los centros educativos.
b) Respecto a la calidad de los procesos de aprendizaje hay que advertir que ésta tiene que ver no sólo con el qué se aprende con ser esto muy importante sino, y sobre todo, con el cómo se aprende.
c) En esta ocasión quiero centrar mi reflexión sobre la dimensión más emocional del aprendizaje, esto es, sobre las actitudes de los estudiantes. Sirva en mi descargo que en otras ocasiones ya me ocupé de la dimensión más procesual y metacognitiva
Así las cosas, tenemos que nuestro objeto permanente de estudio son las actitudes de los estudiantes universitarios en la Universidad y hacia lo universitario, pero con la deliberada intención, además, de poder reflexionar sobre la calidad misma del sistema de educación superior a partir de los dilemas que nuestro objeto suscite y revele
EL DATO...
El sistema educativo trabaja muy lento en comparación a la demanda de los jóvenes