Con la fuerza de la oración, la Iglesia católica busca terminar con el aborto y que en nuestro país y el mundo, las mujeres embarazadas que consideran esta opción, desistan de su plan de interrumpir la gestación del nuevo ser que llevan en sus entrañas.

A través de una carta, dirigida a la Diócesis, el obispo José María de la Torre Martín hace un llamado a los ciudadanos a unirse en la jornada de oración 40 Días por la Vida, que iniciará el próximo miércoles 25 de septiembre y se llevará a cabo frente a Palacio Legislativo, con objeto que los legisladores locales tomen conciencia de la importancia de defender la vida desde su concepción.

Tras recordar su participación, el sábado anterior, en la Marcha por la Vida, organizada por el Frente Nacional por la Familia, el obispo de Aguascalientes explica que, entre los objetivos que se persiguen, está la conversión de quienes practican o fomentan este mal.

Los bautizados no podemos cerrarnos a ninguna iniciativa lícita que tenga este fin, acojamos especialmente aquellas propuestas que brotan del mismo Evangelio, como lo es la oración por el fin del aborto y la defensa de la vida. Esta labor resplandece en base a la fuerza de la oración, rogando a Dios por la conversión de quienes realizan esta práctica y pidiéndole que sane al mundo entero de este mal

A través de la circular 202, De la Torre Martín se congratula que, durante los últimos años en nuestro país han sido miles las mujeres que desistieron de su plan de interrumpir su embarazo y más de cien centros abortivos debieron cerrar sus puertas, a pesar de la creciente publicidad que fomenta la cultura de la muerte.

Pide a los fieles que se unan a la iniciativa de 40 Días por la Vida tanto frente al Congreso del estado, como en la oración universal de las misas dominicales, en la adoración Eucarística y rezando el Rosario en familia y dentro de las comunidades parroquiales.

Señaló en la misiva, que fue dada a conocer en el marco de la conferencia de prensa semanal que ofrece el Obispado lo siguiente:

No nos quedemos sin hacer algo. No debemos pensar que la oración se hace cuando ya no hay remedio y hemos de resignarnos ante el infortunio y el sufrimiento. La oración siempre transforma la realidad. Si las cosas que nos rodean no cambian, al menos cambiamos nosotros y cambia nuestro corazón.

José María de la Torre Martín, Obispo