Ciudadanos católicos debe ser los principales promotores y propagadores de la paz, bien precioso hacia el cual debe avanzarse a pesar de los obstáculos y las dificultades.
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Al dirigir su mensaje con motivo del Año Nuevo, durante la homilía de la misa principal en la parroquia de la Divina Providencia, el obispo de la Diócesis de Aguascalientes, José María de la Torre Martín, hace énfasis que la Comunidad Cristiana lleva en la memoria y en la carne los signos de las guerras y conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no afectan siempre en mayor medida a los más pobres y débiles.
En México y en Aguascalientes, nuestra plegaria este año y en especial este día, es por la paz, que seamos mensajeros de paz. Dice el Evangelio en las bienaventuranzas: ‘dichosos los propagadores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios’
Hoy la Iglesia, apunta, hace oración también por la paz del mundo, con una mirada capaz de superar la indiferencia y con manos extendidas hacia los migrantes y refugiados, pasos inspirados en la buena política y en caminos de diálogo y reconciliación.
Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades.José María de la Torre Martín, Obispo de la Diócesis de Aguascalientes
Reconoce la existencia de una sociedad deformada por vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social, como lo son la corrupción, en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas, la negación del Derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato y el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.
Finalmente, recuerda que el papa Francisco, durante su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz en 2020, reconoce que la esperanza es la virtud que nos pone en el camino y nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.