La violencia familiar que se registra en el seno de los hogares y que crece día con día, es un signo y consecuencia de los tiempos de egoísmo y ambición por los que atravesamos por la frialdad de nuestros corazones, que han dejado de amar al prójimo.
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Al presidir la celebración eucarística por la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el obispo José María de la Torre Martín lamentó que una característica de nuestros tiempos sea el crecimiento de la maldad, que ha perdido a muchos.
Lamentablemente, apunta el prelado, somos los humanos somos cautivos de la falta de amor desinteresado a Dios y a nuestro prójimo y estamos a merced de nuestro propio egoísmo, sin amar ni ser amado verdaderamente por quienes lo rodean.
La violencia familiar en el seno de los hogares es una de las cosas que más desconcierta. ¿Cómo explica un niño que sus papás, que deben quererlo, lo maltraten y lo ultrajen? ¿Cómo entiende un niño que su mamá, que debe protegerlo, lo exponga y lo deje a merced de los peligros, incluso de padrastros pasajeros?
Para cualquier ser humano, manifiesta, significa un drama muy profundo el sentirse dañado por las personas que por obligación deben brindarle custodia y cariño de manera absoluta.
Muchas veces, refiere, nuestro amor es fragmentario, como un rompecabezas, con piezas perdidas, defectuoso, impersonal y rutinario, porque no encierra la personalidad total del otro.
Amamos algo en el otro, tal vez un rasgo característico, tal vez un atributo exterior, su lindo rostro, su peinado, sus movimientos graciosos, su voz, pero no amamos la persona como tal, con todas sus propiedades, con todas sus riquezas y también con todas sus fragilidades y sus defectos, pero tampoco amamos a Dios tal como él espera, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas
Es momento ya, advierte, de cambiar nuestra actitud, reemplazando nuestro egoísmo tan penetrante que reseca nuestro corazón y deja inútil e infecunda nuestra vida y encendamos en nosotros le fuego del corazón que hace auténtica y grande nuestra existencia humana.
¿Cómo entiende un niño que su mamá, que debe protegerlo, lo exponga y lo deje a merced de los peligros, incluso de padrastros pasajeros?
José María de la Torre Martín, Obispo de Aguascalientes
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